Encontre este pequeño comentario y me parecio interesante, se lo dejo pa que lo lean y opinan....
Lindas y feas... ¿quién lo dice?
por Luis Buero
Según parece, una encuesta reciente realizada por una empresa internacional asegura que las argentinas no se sienten bellas. ¿Será así? ¡Hijas del crisol de razas!... ¿qué os pasa?
El filósofo Emmanuel Kant escribió que la belleza es un placer desinteresado. Pero este muchacho meditabundo falleció hace 200 años y no previó la cantidad desaforada de industrias y esfuerzos comerciales que con el tiempo iban a estar dedicados al culto del cuerpo.... femenino.
Gimnasios, cosmética, laboratorios, centros dietéticos, cirugías, todo para conseguir tener los márgenes de una estética soñada, los que seguramente vienen prometidos en un bote de algo. Y obviamente también están los diseñadores de ropa y sus maniquíes vivientes, las tan famosas modelos, determinando las medidas de lo perfecto: el talle uno, ofrecido a través de fotos hermosas con planos contrapicados enalteciendo a una niña de 17 años recién maquillada como una adulta, luciendo piel de bebé y un cuerpo esbelto que parece una insípida bolsa de huesos.
Peor es que esos spots publicitarios con estatuas andróginas inunden las calles, las revistas, las pantallas de televisión. Las miradas femeninas están permanentemente golpeadas por esa espuela que ?les recuerda? sin descanso que hay un paradigma de la bello, y que ellas no lo tienen.
Pero las mujeres que nos dilatan la pupila a los varones son justamente aquellas que superan los 90 legalizados. Sin embargo ¿quién no se enamoró locamente alguna vez de una chica que tenía, como diría un mago, nada por aquí, nada por allá? ¿Qué macho que se precie, no tuvo una novia gorda que salía más barato regalarle un zafiro que llevarla a comer?
Claro que en realidad ellas no quieren ser hermosas por nosotros, lo hacen como Narciso, porque están desesperadas por enamorarse de su imagen, sin darse cuenta que lo que el espejo les devuelve es la proyección de un ideal exigente que algunos faraones gays de la estética dictaminaron vaya a saber dónde.
Para esa sensación de fealdad argentina, tan inútil e irracional, no tengo respuesta. Sólo me queda recordar un hecho también incomprensible y desatinado. A principios de los años 70 un loco, Lazlo Toth, intentó romper la estatua de La Piedad, de Miguel Angel, a martillazos. Esa noticia pasó inadvertida como algo más, pero yo durante años me he preguntado porqué un hombre quiso destruir algo que paradójicamente conjugaba la belleza y la compasión. Tal vez, creo, no haya habido en la historia un acto de protesta más absurdo y a la vez más legítimo, un grito de rebeldía hacia una cultura que sigue diferenciándonos en lindos y feos, en deseables e indeseables, sin la menor piedad.
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